Las vacas francesas pronto podrán morir felices: en virtud de una ley aprobada el pasado mayo por la Asamblea Nacional, todo matadero contará con un “responsable de bienestar animal” que se encargará de que los animales estén bien “aturdidos” –es decir, electrocutados o gaseados– antes de su ejecución. No está claro que eso baste para que Francia suba posiciones en el “Índice de bienestar animal” creado por organizaciones no gubernamentales (ONG) para comparar la legislación de unos cincuenta países. Con una mediocre C, Francia ocupa un lugar intermedio, muy por delante de Bielorrusia, Azerbaiyán e Irán, donde el desinterés por el tema es total, pero muy por detrás de Austria, que desordenadamente prohíbe la cría de gallinas en batería, el comercio de pieles, los experimentos médicos con monos, la castración sin anestesia de lechones, la alimentación forzada de ocas...
La cuestión del sufrimiento animal no se ha tratado solo en los (...)