El 24 de junio de 1894, un inmigrante italiano anarquista, Caserio, mató al presidente francés Sadi Carnot. Ese atentado marcó el apogeo de una serie de atentados perpetrados por anarquistas en Francia. Y la comunidad internacional entera se sintió amenazada, porque Francia no era el único país víctima de atentados.
En 1881, durante un congreso revolucionario internacional que tuvo lugar en Londres, el príncipe Piotr Kropotkin había abogado a favor de la acción violenta, una “propaganda por los hechos”. Algunos años antes se habían perpetrado los primeros atentados con un gran valor simbólico: contra Guillermo I de Alemania, contra el rey de España y contra el rey de Italia.
Pero los años noventa del siglo XIX fueron una verdadera “década
de bombas”. Se sucedieron atentados con dinamita –una invención muy reciente– contra reyes, presidentes y ministros. Otros estuvieron dirigidos a edificios oficiales. En Francia comenzaron en 1892. Héroe de leyendas (...)