“La prensa muchas veces miente, eso es sabido. Es grave. Y sin embargo, menos grave que ese flagelo que afecta a millones de personas sin que eso agite las aguas del microcosmos parisino.” Cada semana en La Feuille, en Villeneuve-sur-Lot, Anne Carpentier y sus colegas dan “caña” a los funcionarios ministeriales, los banqueros, los representantes corruptos o impotentes, los empresarios delincuentes que imponen ese “impuesto a la miseria añadida” que afecta a los obreros despedidos, los agricultores arruinados o las microempresas abandonadas. Desde 1976, el periódico, cuya tirada es de 5.000 ejemplares, pone sus columnas al servicio de los lectores “al borde del ataque de nervios”, en una región carcomida –como otras– por las desigualdades.
Son decenas de periodistas aficionados o profesionales que se animan a la aventura de la independencia. A escala de barrio (como L’Ami du 20º, desde 1946), comunal, cantonal (como L’Oursaint o Le CANeTON déchaîné), regional o (...)