Las fuerzas desestabilizadoras han sido derrotadas; la supremacía del centrismo está confirmada: las elecciones generales británicas del pasado 4 de julio han cumplido todos los anhelos de la clase dominante. Tras un largo reinado (2010-2024) salpicado de escándalos de corrupción y convulsiones económicas, el Partido Conservador ha sufrido el peor revés de su historia al hacerse con solo 121 escaños de los 650 en juego de la Cámara de los Comunes. Reform UK, la formación de derecha radical liderada por Nigel Farage, solo ha conseguido cinco. El Partido Nacional Escocés ha pasado de 48 a 9. Por su parte, el Partido Laborista, bajo la nueva dirección de Keir Starmer, se ha hecho con 411 diputados con un programa de disciplina fiscal, defensa del libre mercado y lealtad atlantista.
Ahora bien, los comicios registraron un 60% de participación, la más baja desde 2001. El laborismo solo cosechó el 34% de los votos (...)