El camino es largo. La bolsa nunca me había pesado tanto. Sin embargo, el día había empezado con normalidad. Me había despertado a la hora habitual y me había tomado el desayuno. Estaba a punto de salir de casa para dirigirme a la tetería a la que suelo ir cuando mi hermano, dos años mayor que yo, me dijo: “¿Puedes dejarme el coche hoy? Vamos a dar una vuelta con los niños”. Había olvidado que era domingo. Había perdido la noción del tiempo desde el comienzo de las vacaciones escolares. Ya era demasiado tarde. Le respondí “vale” y le entregué la llave y el permiso de circulación.
No me fijé una hora para volver a casa. Me estaba diciendo que debía regresar antes de que anocheciera cuando vi que ya era tarde. Estaba oscuro. Sabéis desde la primera frase que mi camino es largo. Un buen lector no es aquel que (...)