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“Ser unos guerreros, callar y obedecer”

Pesadilla en la alta cocina

De los pequeños bistrós a las grandes mesas, la humillación suele formar parte de la vida cotidiana de quienes trabajan en la cocina. Arraigada en una concepción militar de la jerarquía, la violencia se justifica como un paso necesario. Mientras que los nuevos reclutas son más propensos a denunciar los abusos, la precariedad y las jornadas extenuantes, una minoría de jefes de cocina ha decidido plantar cara al sistema.

por Alexia Eychenne, septiembre de 2024
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EL BOSCO. — Tríptico del Juicio Final, 1482

Un jueves por la tarde, en la escuela de hostelería de Metz (capital del departamento de Mosela), unos cincuenta estudiantes hacen repaso a sus primeras experiencias en el mundo de la restauración. “Mi tutor de prácticas me empujó contra la pared y me pegó”, “A mí me estamparon un huevo en la frente porque se me había olvidado meter los merengues en el horno”, “Me tiraron un trapo mojado a la cara y me dijeron: ‘Tú eres el esclavo’”: las hojas sueltas escritas con letra infantil recogen esos y más testimonios. Quienes escriben no superan los 20 años, pero muchos ya han sufrido en sus carnes la tradición de violencia —física y verbal— arraigada en un sector cuya población laboral alcanza, en Francia, los 1,2 millones de empleados.

A Marion (...)

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