Nunca el sistema financiero mundial fue tan opaco. El montante diario de las operaciones cambiarias, similar hace unas décadas al capital de un gran banco de Estados Unidos, equivale ahora al capital acumulado de sus cien primeros bancos.
Los filibusteros de las finanzas inventan constantemente nuevos “productos” que desafían a la vez a los Estados-nación y a los bancos internacionales. En mayo de 2006, el director general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Rodrigo Rato, lamentó estos nuevos riesgos, fuertemente agravados por la debilidad del dólar y el déficit comercial de Estados Unidos. Sus temores reflejan el desconcierto, tanto estructural como intelectual, que invade actualmente al FMI.
Estructuralmente, los créditos y préstamos del organismo internacional pendientes de reembolso han disminuido espectacularmente desde 2003, pasando de más de 70.000 millones a unos 20.000 millones de dólares a finales de julio de 2006, lo que reduce de manera sensible su influencia en la política económica (...)