El alineamiento de la diplomacia mexicana con la de Washington desde la llegada al poder del presidente Calderón, en 2006, contrasta fuertemente con la independencia que exhibe Brasil respecto a Estados Unidos.
En diciembre de 2009, tras el derrocamiento del presidente hondureño Manuel Zelaya, México –como Washington– reconoce la legitimidad de las elecciones que llevan a Porfirio Lobo al poder; Brasil y la Unión Europea las declaran ilegítimas.
En mayo de 2010, al día siguiente de la iniciativa turco-brasileña que propone una alternativa a las amenazas de Naciones Unidas contra Irán –sobre la base de un acuerdo de intercambio de combustible nuclear–, México vota a favor de nuevas sanciones contra Teherán, junto con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, impulsados por Washington. Un mes después, durante el debate en el Consejo de Seguridad sobre el abordaje israelí a la flotilla humanitaria destinada a Gaza, México apoya la resolución propuesta por (...)