Al llegar por la carretera a Creys-Malville, se percibe de inmediato el imponente edificio del reactor cuya masa de hormigón se eleva a ochenta metros de altura. Instalado en un recodo del Ródano, en medio de los campos y bosques de Isère, Superphénix es aún escenario de una intensa actividad. Desde que se anunciara su desmantelamiento, hace más de diez años, cuatrocientas personas realizan allí operaciones delicadas, desactivando una a una las funciones vitales del reactor con el propósito de desarmarlo definitivamente. Se prevé que la obra dure unos veinte años más. “Un volcán en las puertas de Lyon”, según las palabras del filósofo Lanza del Vasto, el mayor supergenerador del mundo, cuyo cierre fue decretado por Lionel Jospin el 19 de junio de 1997, concita aún toda la atención de los ingenieros de la Comisión de la Energía Atómica (CEA) de Francia.
Superphénix ha sido emblemático en más de un (...)