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Cuando el islamismo se vuelve espectáculo

Malos tratos, internamientos, expulsiones: en la lucha contra el “islamismo” el poder no duda en jugar peligrosamente con los límites del Estado de derecho. Hace diez años Charles Pasqua expulsó a una veintena de extranjeros después de haberlos puesto, durante un mes, tras las rejas de un cuartel fuera de uso. Acusados por el ministro del Interior de ser “cómplices de terroristas” argelinos, nunca se comprobó su culpabilidad. Un regreso al affaire de Folembray de agosto de 1994.

por Thomas Deltombe, agosto de 2004

Si la expulsión de “islamitas” fuera un arte, seguramente la telenovela de Folembray de agosto de 1994, puesta en escena por Charles Pasqua, figuraría entre las obras maestras olvidadas. Antes de ser enviados a Burkina Faso, con el pretexto de una “expulsión de absoluta urgencia”, unas 20 personas pasaron un mes tras las rejas de un cuartel de gendarmería de esta pequeña ciudad de Aisne, ante la mirada de las cámaras de televisión y de los objetivos de los fotógrafos.

Todo comenzó el 3 de agosto, con el asesinato de cinco franceses en Argel, lo que lanzó a Francia a la “segunda guerra de Argelia”. Aprovechando las circunstancias, Pasqua, ministro del Interior desde 1993, emprendió una política espectacular que articulaba la lucha contra el islamismo y una gestión segura de la inmigración. Además de la prohibición de algunas publicaciones islámicas y de la expulsión de un imán turco inmediatamente detenido por (...)

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