Dejaremos alguna vez de oscilar entre la fascinación y el miedo o el rechazo respecto a China? Todavía están por crearse las condiciones para entender ese país, al menos si se pretende salir de las ideas preconcebidas que Occidente proyecta sobre él. Y sin duda hay allí una responsabilidad de la disciplina sinológica. Ésta se mantuvo muy a menudo aparte del movimiento de ideas, generando un conocimiento únicamente erudito, monográfico, que no suscitaba ningún cuestionamiento. En consecuencia dejó el campo libre a la proliferación mediática de los discursos sobre China, a veces al borde de la sinolocura, que mezcla las afirmaciones revisteriles sobre el “desarrollo personal” con el éxtasis frente al más mínimo ideograma caligráfico, o los sueños de conquista de empresarios armados del tratado Sunzi con recetas de Feng shui (la “geomancia” china).
¿Podremos salir de este atolladero? La pregunta se plantea de manera aún más apremiante en la medida (...)