Cuando preguntas a los demócratas sobre su valoración –los acuerdos de libre comercio, por ejemplo, o la incomprensible legislación para reformar Wall Street–, responden que nadie habría podido hacer más. Al fin y al cabo, debían transigir con esos horribles republicanos que practicaban una política de obstrucción sistemática en el Senado y redibujaban las circunscripciones electorales a su conveniencia. Por tanto, no se vayan ustedes a creer que todas esas medidas que van de lo moderado a lo tibio que los presidentes William Clinton y Barack Obama aprobaron en Washington representan de verdad la fogosa alma demócrata.
Para valorar ese argumento, escojamos un lugar donde el reinado demócrata no encuentre prácticamente oposición, donde la obstrucción y sabotaje republicanos no puedan empañar sus logros. El mapa electoral de Estados Unidos nos ofrece múltiples posibilidades. Pero la elección es obvia: Boston, en Massachusetts, la verdadera patria espiritual de la clase progresista. La (...)
