Las relaciones ruso-iraníes nunca han sido un largo río tranquilo. En el siglo XIX y hasta principios del XX, los Imperios británico y ruso dividieron Irán en zonas de influencia política y económica. La caída de la monarquía rusa en 1917 y la llegada al poder de los bolcheviques –que rechazaban formalmente la herencia zarista imperialista– dieron a Teherán la esperanza de que Moscú dejaría de amenazar la independencia de Persia.
Pese a la derrota del movimiento revolucionario iraní por el sha Reza Pahlevi en la provincia iraní de Gilan, el 26 de febrero de 1921 Irán y la Rusia soviética firmaron un tratado que sentó las bases de las futuras relaciones bilaterales. Las autoridades soviéticas siempre han presentado este documento como uno de los primeros acuerdos “justos” y “honestos” entre Teherán y las grandes potencias. Se cancelaban así todas las concesiones y los acuerdos entre Irán y el régimen zarista; (...)