“Tomé unas pastillas hace una hora. A medianoche ya me habré ido”. Tras devolverle las ganas de vivir a un joven suicida, una superviviente de los campos nazis decide a sus 79 años que ya ha vivido lo suficiente. Con música de Cat Stevens, la película de culto Harold and Maude, de Hal Ashby, planteó en 1971 la cuestión de la libertad de elegir la propia muerte. En 1974, un llamamiento de tres premios Nobel, entre ellos el francés Jacques Monod, instaba a cada persona a “hacer respetar su derecho a morir con dignidad”.
Desde entonces, la mayoría de los países industrializados han aprobado leyes para mejorar el final de la vida mediante protocolos para aliviar el sufrimiento y la posibilidad de acortarlo. En muchos países, la “asistencia pasiva” ha sido legalizada por vía legislativa o por cambios en la jurisprudencia, pero solo unos quince países autorizan la “asistencia activa”, siempre (...)