De Thomas Bernhard (1931-1989) queda poco por publicar. Aunque se trate de una recopilación de discursos, cartas de lector, entrevistas o artículos de prensa, la resurrección milagrosa del autor austríaco despierta siempre interés. Por orden cronológico podemos leer, traducidos por Miguel Sáenz, unos textos casi todos virulentos donde arremete contra Austria, el gobierno, los críticos, los premios literarios y donde denuncia el pasado nazi de este país que está a flor de piel. En las entrevistas lamenta el culto desmedido que se profesa a Shakespeare, de quien dice que ha hecho un daño irreparable al teatro, y cuya presencia considera culturalmente regresiva. Aunque Bernhard declara que escribe para provocar porque “de otro modo ¿dónde estaría el placer de escribir?”, sus opiniones son fluctuantes y a veces contradictorias. Pero esto no le inquieta.
Hay un poema (1982) titulado ¿Manía persecutoria? que denuncia la supervivencia nazi con la que tropieza en sus (...)