“A veces tengo la impresión de que Portugal constituye un banco de prueba de aquello que el resto de Europa deberá soportar tarde o temprano si quiere reencontrar el crecimiento”, confía Nadim Habib, director general de un centro de formación en management en la Universidad Nova de Lisboa. Si Portugal sirve, efectivamente, de laboratorio para las políticas que se aplicarán en otros países, entonces las sociedades europeas podrían sufrir la transformación social más importante desde la caída del comunismo.
Después de Grecia e Irlanda, Portugal fue el tercer Estado de la Unión Europea (UE) que se benefició con un plan de “rescate”. A cambio de una ayuda de 78.000 millones de euros (provenientes de la UE y del Fondo Monetario Internacional, FMI), en mayo de 2011, el gobierno aceptó reducir el déficit presupuestario del 9,1% al 5,9% del Producto Interior Bruto (PIB) de allí a fines del año 2012, y a (...)