Se los llama “performers”, “modelos”, “animadores”. Son sobre todo mujeres jóvenes, aunque también hay hombres, parejas y mujeres maduras. Instalados frente a la cámara web de su ordenador, por lo general con música, trabajan, conectados a la red de internet. Desde su parcela de acera digital, buscan atraer clientes a su “chat” privado. En un striptease intercontinental, dialogan, se exhiben, simulan la excitación sexual, el placer, el orgasmo, responden a las órdenes que los clientes envían bajo la forma de textos breves, orales o escritos.
Remunerados con un porcentaje sobre el tiempo de conexión pagado a esos sitios especializados, son filipinos, rumanos, ucranianos, rusos, estadounidenses, colombianos o franceses. En un decorado que reproduce los estereotipos visuales de los cabarés o de las “habitaciones de clubs de carretera”, desde su cama, o a veces desde un simple sillón, venden tiempo de exhibición, de diálogo y de simulación. El sitio “Live Jasmin” presenta (...)