La concentración de poderes del capital ha alcanzado un nivel extremadamente elevado. Hasta el punto de que las formas de organización de la burguesía, tales y como las hemos conocido hasta ahora, están despareciendo.
La burguesía estaba compuesta de familias estables. De una generación a otra, los herederos perpetuaban una determinada especialización de las actividades de sus empresas. Esta estabilidad impulsaba la confianza en los “valores burgueses” y la proyección de éstos en toda la sociedad. En gran medida, se aceptaba a esta clase dominante como tal. En función de los servicios que prestaba, parecía merecer el acceso a los privilegios de la riqueza. Se mostraba sensible ante los intereses del país. La nueva clase dirigente, la del capitalismo procedente de la evolución de los últimos treinta años, rompe brutalmente con esta tradición.
El escándalo de la empresa Enron y algunos otros del mismo tipo han contribuido sin duda a sacar (...)