Tensión intelectual, elegancia literaria y profundidad de pensamiento equiparan a Simone Weil (1909-1943) con las grandes ensayistas de su siglo: Arendt, Zambrano, Sontag. Particular interés encierra una lectura de estas páginas en paralelo con las de El hombre y lo divino (1955), de María Zambrano. La alumna de Alain y la discípula de Ortega indagan con apasionada lucidez la aurora de la cultura europea. Considerada una heterodoxa en el ámbito helenístico, los quince textos reunidos en este volumen –y en especial los dos más extensos: “La Ilíada o el poema de la fuerza” (1940) y “Dios en Platón” (1942)– revelan la inconsistencia del prejuicio académico. Su preocupación por hacer accesibles las obras maestras de la poesía y la filosofía griega a los obreros cuya suerte compartió en ocasiones, no resta rigor alguno a su reflexión, sino todo lo contrario.
“Nosotros, a quienes Zeus asignó penar en dolorosas guerras desde la juventud (...)