Cuanto más elevado es el número de países que disponen de armas nucleares, mayor es el riesgo de que sean deliberadamente utilizadas no para disuadir, sino para aniquilar, o de que desencadenen un conflicto por error, o de que un país bombardee preventivamente las instalaciones de sus adversarios o, incluso, que armas o materiales fisibles caigan en manos de grupos criminales.
La proliferación nuclear es pues uno de los peligros más graves para el futuro de la humanidad. Sin embargo, no fue esa preocupación la que inspiró las primeras medidas que se tomaron para evitarla. Desde el lanzamiento de su programa nuclear militar, en 1942, Estados Unidos prohibió la divulgación de toda información relativa a la energía atómica, para evitar que la Alemania nazi fuera la primera en poseer la bomba. A partir de 1945 se mantuvo la restricción, con el objeto de demorar los trabajos de los soviéticos. En 1954, (...)