Lograr que la pobreza sólo pertenezca al pasado de África, gracias a un “plan Marshall moderno”: ésta era la ambición declarada por la Cumbre del G-8 realizada en Gleneagles (Escocia) entre el 6 y el 8 de julio de 2005. No se había descuidado nada para poner en escena este cambio decisivo. El primer ministro británico Anthony Blair, huésped de la Cumbre, recurrió incluso a los servicios de los músicos Bob Geldof y Bono para organizar gigantescos conciertos de sensibilización.
Semejante publicidad aparatosa no es nueva: después del lanzamiento del Nuevo Programa para el Desarrollo de África (Nepad) en 2001, florecieron discursos similares. Más aún, los países del G-8 adoptaron un plan de acción para África en la cumbre de Kananaskis (Canadá) en 2002, plan que prácticamente quedó como papel mojado. A pesar de las apariencias, la iniciativa de Gleneagles sigue siendo muy ortodoxa y la multiplicación de tales operativos traduce, (...)