El choque frontal de agendas –aun cuando cada una obedezca a su propia lógica– no es anodino: señala tendencias de fondo, de la misma manera que la frecuencia de tal o cual palabra en un discurso bastan para revelar su tono general. Desde este punto de vista, tanto a nivel francés como europeo e internacional, el fin del año 2005 presenta un concentrado de encuentros y medidas que convergen en un único objetivo: acelerar la precarización del trabajo, empujar los salarios a una espiral en constante descenso y generalizar la inseguridad social.
Éste es el objetivo apenas disimulado de la implementación, en Francia, de los “nuevos contratos de trabajo” (CNE) del Gobierno de Dominique de Villepin; del inicio del procedimiento legislativo europeo tendiente a la adopción de la “directiva Bolkestein”; y de la conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) de Hong Kong, uno de cuyos puntos clave del (...)