En el verano de 2012, en vísperas de Naadam, la fiesta nacional, las banderas mongolas ondearon en todo el país. Pero, muy pronto, algunos medios alegaron que eran made in China y que no respetaban el simbolismo nacional. Fundada o no, la acusación impactó. La anécdota habla tanto de la dependencia económica de Mongolia respecto de China como sobre el gran desafío que ejerce este poderoso vecino.
El 70% de las exportaciones mongolas se dirige al Imperio del Medio, comenzando por la mayor parte de la producción minera, como el carbón. Recíprocamente, la mano de obra china juega un papel clave en el boom extractivo. Seis mil chinos, o sea el 40% de los empleados del yacimiento de Oyu Tolgoï, trabajan en esta inmensa mina de cobre controlada por el gigante anglo-australiano Río Tinto.
En su tesis de doctorado dedicada a la manera en que los mongoles se representan a los chinos, (...)