El tono general de los comentarios sobre la “renuncia” del papa Benedicto XVI es que al dejar su trono con “coraje y altura”, el soberano pontífice se ajusta a los criterios de la modernidad. Sin embargo, el recuerdo que dejó el ex cardenal Joseph Ratzinger en América Latina quedará asociado a un gran retroceso.
Regreso a los años 1960, época en que Dom Hélder Câmara, el arzobispo de Recife que encarnó la conciencia de los católicos progresistas del continente, hizo una declaración que sigue siendo célebre: “Si le doy de comer a los pobres, dicen que soy un santo; pero si pregunto por qué son pobres, me tratan de comunista”. La miseria, el analfabetismo, la marginación de decenas de millones de habitantes provocaron la radicalización de un gran número de cristianos así como de algunos miembros de la jerarquía eclesiástica. En un clima de aggiornamento, bajo el pontificado de Juan XXIII (...)