“El poder ya no reside en las instituciones. Actualmente descansa en las infraestructuras de este mundo”. Partiendo de esta base, el Comité Invisible saca una conclusión práctica tan simple como seductora: los revolucionarios tienen que organizarse para bloquear los flujos que recorren y que componen nuestro universo, cuya estructura actual se asemejaría a la de una red de dimensiones planetarias. La buena noticia: este conjunto de nudos interconectados será especialmente vulnerable y algunas acciones bien orientadas bastarán para desestabilizarlo. Bajo el efecto de su desarrollo reticular, el capitalismo se encontraría pues amenazado por grupos de individuos ingeniosos decididos a piratear los servicios informáticos, a bloquear las refinerías, a ocupar las plazas en el corazón de las metrópolis, etc.
Esta teoría, que pretende actualizar la reflexión revolucionaria, en realidad restablece ideas que se remontan como mínimo a los comienzos del siglo XX. Ya que la generalización de las redes de transporte, de (...)