Un escenario de desdicha, trescientas carpas de lona azul se protegen bajo los penachos de un océano de palmas de aceite. Insectos zumbando por todas partes; el aire tiene la consistencia de la lana mojada. En medio de esta pestilencia, el paludismo impera. Hay muchos niños y ancianos. Con la nariz fruncida por un resoplido, una campesina pronuncia un nombre, el de Miguel Facussé. “Es un hombre poderoso que, con su dinero, mueve montañas. Y nosotros le tenemos miedo”.
Don Miguel Facussé: oligarca de Honduras, amo y señor del Bajo Aguán, en la costa caribeña, al noreste del país. El 9 de diciembre de 2009, algunos campesinos ocuparon “sus” tierras; no le pertenecen. Fueron golpeados, expulsados por sus secuaces en diciembre de 2010. Obstinados, ocuparon nuevamente ese lugar, Paso Aguán. Muestran el camino de tierra que, más lejos, atraviesa la plantación del terrateniente. “Ese camino lleva a la carretera y es (...)