Por una vez, las instituciones europeas habían despertado el interés de las mayorías. Y, como suele ocurrir, dividieron a la izquierda francesa. En el referéndum del 29 de mayo de 2005, quienes se opusieron al proyecto de Tratado Constitucional Europeo (TCE) sumaron el 54,67% de los sufragios, con una participación elevada (69,37%). No obstante, ese resultado no produjo el descalabro anunciado. El Tratado de Lisboa, firmado el 13 de diciembre de 2007, retomaba las principales disposiciones del antiguo proyecto. Pero esta vez no se le pidió su opinión a la población: en lugar del referéndum se prefirió la ratificación por vía parlamentaria.
“Aun cuando los vencedores del ‘no’ resultaron frustrados de su victoria, en Francia se delinearon dos bandos por muchos años”, asegura Jean-Luc Mélenchon, co-presidente del Parti de Gauche (PG, Partido de Izquierda). Pero cabe preguntarse si esa línea de demarcación sigue siendo tan clara.
Con la crisis de la moneda (...)