El 15 de agosto de 2006 el general Shlomi Cohen, que dirige la famosa brigada Alexandroni, visitó a sus soldados que regresaban del frente. Le aguardaba una sorpresa: los oyó quejarse a gritos de no haber sido informados sobre el adversario, y de no estar equipados para enfrentarse a ellos. “Nos negaremos a participar en la próxima guerra. Tenemos familia”, le espetaron algunos. El general los acusó entonces de “falta de motivación”. El tono fue subiendo, y cuando se retiró después de amenazar con “enviar a un soldado a la cárcel”, todos gritaban “¡Qué vergüenza!”.
Esta escena, dada a conocer por la segunda cadena de radio oficial habla a las claras sobre la confusión, el desasosiego y el enojo que reinan en Israel desde la proclamación del alto el fuego, al cabo de una guerra en la que Tsahal, el ejército israelí, uno de los más poderosos del mundo, no ha (...)