Francis Fukuyama, célebre por su controvertida obra sobre el “fin de la historia” después de la caída de la URSS, y que durante mucho tiempo se consideró a sí mismo un neoconservador, en su última obra, America at the crossroad, conusma una verdadera ruptura con la Administración de Bush, y tal vez con todo el neoconservadurismo.
Cierto que sigue rindiendo homenaje a esa corriente de pensamiento por su “anticomunismo de siempre”, desde los años treinta hasta hoy, y recuerda su constante oposición a la realpolitik de Henry Kissinger (lo que merecería una amplia discusión, pero no es el objeto de este artículo). Fukuyama no se aleja realmente de los cuatro grandes principios del neoconsevadurismo. Sigue pensando que, contrariamente a lo que afirman los “realistas”, la naturaleza interna de los regímenes no es indiferente en las relaciones internacionales, hay que preocuparse por ella, y si es necesario cambiar las dictaduras por democracias. (...)