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Mirada de un escritor

Pinochet sin pena ni gloria

La dictadura del general Augusto Pinochet, implantada en Chile desde 1973 a 1989, no fue asunto de un solo hombre que impuso el terror a todo un pueblo, sino de un amplio círculo de complicidades, en el interior y en el exterior, que participaron en la explotación sistemática de los opositores políticos y de todo un país. Emblema y síntesis de los autócratas militares que gobernaron América Latina en las décadas de 1970 y 1980, Pinochet fue también expresión del miedo que el pueblo inspiraba a las categorías privilegiadas, para cuya protección no vaciló en imponer una represión brutal. Por fin, también fue en esos años de guerra fría el símbolo del general latinoamericano utilizado por Washington para aterrorizar a la izquierda de su país y mantenerlo amarrado al “campo occidental”.

por Luis Sepúlveda, enero de 2007

José Augusto Ramón Pinochet Ugarte, alias Ramón Ugarte, alias José Pinochet, alias Míster Escudero, alias J.A. Ugarte, sólo para citar algunos de los muchos alias empleados para abrir millonarias cuentas en bancos de los Estados Unidos, Islas Jersey, Gran Caimán, Suiza y Hong Kong, murió sin pena ni gloria, tal como vivió sus 91 años de sujeto miserable y ruin cuyos únicos talentos conocidos fueron traicionar, mentir y robar. No es entonces casual que a sus funerales de pompa militar asistieran cómplices del más variado pelaje, todos los que de una u otra manera se beneficiaron del saqueo a las víctimas y el erario público, pero fue notoria la ausencia de sus mentores; no asistió ningún personaje relevante de la embajada de Estados Unidos, ni de organizaciones neo fascistas de España e Italia; tampoco estuvieron con él los “intelectuales” del régimen, esos que con su presencia voluntaria camuflaron algunos centros (...)

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