Las razones de la dimensión política del narcotráfico son dos. La primera, que paulatinamente, y bajo diferentes modalidades, las mafias se han enquistado en el tejido institucional, político y social, masificando la corrupción en todos los estratos de la sociedad. La segunda, que la lucha contra “el narco” se ha convertido en el principal objeto de discordia del país con su vecino del norte y principal socio económico, Estados Unidos.
Centenares de expedientes judiciales mexicanos, estadounidenses y de otros países, así como numerosos libros, han establecido las complicidades de las que se beneficiaron las mafias mexicanas en los tres sexenios sucesivos de los presidentes Miguel De La Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo. De 1984 a 2000, generales-jefes de regiones militares; directores de la seguridad federal y luego de la policía federal; “zares” anti-droga; secretarios (ministros); secretarios particulares de Presidentes de la República; gobernadores de estados federados como Tamaulipas, Sinaloa, Morelos, (...)