Decenas de miles de rusos salieron a la calle este verano; la policía antidisturbios arrestó a un número récord de manifestantes e hirió a muchos más. El detonante de estas protestas fue el rechazo de las autoridades moscovitas a dejar que candidatos de la oposición se presenten a las elecciones municipales del 8 de septiembre. Con todo, más allá de esta cuestión, catalizaron múltiples descontentos con respecto al sistema vigente. Se inscriben en la continuidad de la protesta originada durante el invierno de 2011-2012, cuando la muchedumbre se enfrentó al frío para oponerse a la manipulación de las elecciones por parte del partido en el poder, Rusia Unida, y al regreso inminente de Vladímir Putin a la presidencia. Desde entonces, pese a la impresionante represión, las manifestaciones forman parte del paisaje político ruso, acentuando las tensiones tanto en el seno del régimen como entre la población.
Si bien la oposición se (...)