En el repertorio israelí, no faltan expresiones para designar los acontecimientos que sacuden el mundo árabe desde hace algunos años. Estas reflejan la manera en la que los diversos actores perciben dichos cambios. Así, la “primavera árabe” de los primeros días se ha convertido con el paso de los meses en un peligroso “invierno islamista radical”, y posteriormente, frente a la persistente incapacidad de los dirigentes del país para definir la naturaleza misma de las transformaciones en curso, en una “conmoción en Oriente Próximo”. Finalmente, la propensión a oscilar entre optimismo y pesimismo se transforma en una profunda perplejidad.
Impresionado por el efecto dominó que provocó la inmolación de Mohamed Bouazizi en Túnez, Israel vio primero en las protestas de “allá”, lejos de sus fronteras, un experimento sociológico fascinante. En efecto, está convencido de constituir una entidad distinta, un caso aparte en Oriente Próximo. El ex ministro de Defensa Ehud Barak (...)