“Alimente a los que tienen hambre. ¡Cómase a los ricos!”. Pancarta en mano, unas quince personas desfilan ante la entrada de Pidgin, un restaurante nuevo de Downtown Eastside, “el código postal más pobre de Canadá”, como dicen por aquí. Este antiguo barrio del centro de Vancouver está atravesado por dos grandes arterias, las calles Main y Hastings: “Pain and Wastings” (“Sufrimiento y desolación”), ironizan sus habitantes, muchos de ellos indígenas. Por esta decena de bloques situados entre los barrios turísticos de Gastown y Chinatown, deambulan a diario cerca de mil sin techo, con la mirada perdida y el andar autómata detrás de las ruedas de sus carros. Drogadictos, alcohólicos, traficantes de drogas, prostitutas: la miseria social de los amerindios aparece expuesta en el centro de casi todas las grandes ciudades del décimo país más rico del mundo.
“Idle no more!” (“¡Basta de inacción!”), corean los manifestantes ese día. El eslogan difunde, (...)