La única incógnita de las elecciones legislativas del 7 de diciembre de 2003 es el porcentaje de participación. Se teme un impacto como el registrado en San Petersburgo el 5 de octubre, cuando apenas el 28% de los electores de esa ciudad -la más politizada del país- acudieron a votar para elegir gobernador. Por lo demás, antes de que estallara el caso Iukos, esas elecciones se anunciaban como un ejercicio sin sorpresas.
Será la última batalla entre los actores y los partidos que ocuparon el espacio político a partir de la independencia, pero que seguramente cederán el lugar a una nueva generación, cuyas referencias ya no serán las fuerzas y la sociedad rusa de 1991-1992. Mientras tanto, resulta dfícil optar entre candidatos que parecen moverse en defensa de sus privilegios, ignorando las necesidades de la población.
Por lo tanto, se perfila una batalla clásica entre un partido pro-gubernamental y los comunistas, y (...)