En Ginebra, una ventana abierta a la esperanza
El proyecto de acuerdo israelí-palestino deberá ser firmado finalmente en Ginebra el 1 de diciembre. Después de tres años de pesadillas, parece un sueño. Nada, sin embargo, asegura que vaya a ser una realidad. Su anuncio ha provo-cado el acorazamiento de la derecha israelí. Y algunos gru-pos palestinos han denunciado el abandono de los “principios”, en primer lugar el del derecho al retorno de los refugiados. Sin embargo, el proyecto ya ha despertado opi-niones esperanzadoras. Su existencia misma prueba que la paz es posible y que existen interlocutores para conseguir-la. Antes de ser firmado oficialmente, el acuerdo ya se ha convertido en un factor importante de la política del Orien-te Medio: el eco que encuentra no es ajeno a los “gestos unilaterales” anuncaidos por el primer ministro Ariel Sha-ron, al reencuentro previsto para finales de noviembre con su homólogo palestino Ahmed Qorei y a la negociación de una nueva tregua.
por Qadura Fares,
diciembre de 2003
El conflicto palestino-israelí lleva cien años. Causó la muerte de decenas de miles de personas de uno y otro lado, el desplazamiento de millones de palestinos y la pérdida de gigantescos recursos que deberían haber sido utilizados de manera más constructiva. El hecho de que persista muestra la complejidad y la intensidad de sus componentes –nacional, religioso e histórico– cada uno de ellos con fuerza suficiente para alimentarlo.
La ocupación israelí es compleja: pretende tener una justificación religiosa e histórica, y al hacerlo, ignora a menudo los códigos de conducta morales y humanitarios. Los palestinos, por su parte, creen que esta ocupación tiene el propósito de perpetuarse negándolos. Por eso, su movimiento nacional también alega a menudo argumentos religiosos e históricos para justificar su lucha contra la ocupación israelí.
Cuanto más se agudiza el conflicto, más (...)