Este 28 de enero de 2020, en la Casa Blanca, el rostro del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, solo en la tribuna junto al presidente estadounidense al que escucha con gran atención, no puede disimular su felicidad. Donald Trump revela finalmente su “acuerdo del siglo” ante un público de admiradores: una audiencia de judíos ultranacionalistas o religiosos y de cristianos evangélicos extáticos, que comparten un fervor místico ante la evocación de la Biblia, los lugares sagrados del judaísmo y el milagro que representa la existencia de Israel. La simbiosis es total entre ambos países: cuando el presidente Trump da la bienvenida a uno de los artífices del plan, David Friedman, presentándolo como “vuestro embajador”, no queda claro si le designa como embajador de Estados Unidos en Jerusalén o como embajador de Israel en Washington.
Durante esta ceremonia se habla constantemente de los palestinos. Después de todo, se trata también de su (...)