Antes de la colonización fancesa, la tierra camboyana sólo pertenecía al rey. A los campesinos se les reconocía un derecho de uso, una propiedad de usufructo que beneficiaba a quien valorizara el suelo. Esta propiedad no se le podía retirar a quien trabajaba la tierra. La abundancia de tierras cultivables y una población poco numerosa hacía que los conflictos por la propiedad de la tierra fueran raros. Los franceses introdujeron la propiedad privada a fines del siglo XIX y se adjudicaron grandes extensiones agrícolas y forestales. El derecho romano se mantuvo bajo la monarquía posterior a la independencia y la especulación continuó, pero sin provocar nunca tensiones por la propiedad de la tierra. La población no superaba los siete millones de habitantes y las tierras disponibles abundaban.
Bajo los Jemeres Rojos, entre 1975 y 1979, dejó de existir toda forma de propiedad de la tierra. Los desplazamientos masivos y reiterados de (...)