Humo
Finales de 2012. Alrededor de una mesa, en un café del centro de la ciudad, jubilados, trabajadores y desocupados, hablan de una votación que les preocupa a todos: la que tendrá lugar dentro de pocos días en su hogar: ¿hay que llenar los depósitos de fueloil? ¿Tenemos que poner en marcha la calefacción central? Estas son las preguntas del momento en Atenas, donde la democracia palpita menos al compás de los debates sobre la deuda que sobre la cuestión del frío –que vuelve– y del precio del combustible que prácticamente se ha triplicado desde 2010.
Delante de la entrada de un edificio, se produce un altercado, el segundo del día. Christos, el nuevo inquilino del segundo piso, fuera de sí, arrincona a su vecino de rellano contra la pared: “Sabe bien que no tengo dinero. ¡Si usted o los otros deciden llenar los depósitos este año, soportarán solos el coste!”.
Nadie (...)