En el mundo árabe, las ambiciones hegemónicas del tradicionalismo musulmán no son nada nuevo. Fueran cuales fueran su forma o su denominación, sus depositarios lograron ocupar en él un lugar central desde la segunda mitad del siglo IX. Esto se logró a costa de combates encarnizados y en detrimento de otros discursos, algunos de los cuales eran innovadores, o al menos renovadores.
No fue sino a partir del siglo XIX cuando el antiguo orden fue de manera progresiva, aunque involuntaria, sacudido por el choque colonial. Discursos basados en sistemas de valores y representaciones occidentales se introducen en tierras del islam. Estos ofrecen una nueva concepción del mundo y permiten que se desarrollen ciertas corrientes intelectuales, políticas y religiosas. Pero no por ello el tradicionalismo musulmán desaparece. Después de un periodo de adaptación forzoso a comienzos del siglo XX, sus promotores reaparecen y pretenden desempeñar un papel estructurador como defensores de los (...)