La oposición por parte de una amplia mayoría de la población chilena a un proyecto de Constitución considerado muy avanzado ha sumido a los intelectuales progresistas en la melancolía. Otra vez más el pueblo los ha decepcionado. La consternación es aún más viva dado que, desde hacía unos años, el antaño laboratorio del neoliberalismo en Latinoamérica se había convertido en fuente de esperanzas.
El golpe fue, pues, duro cuando la mañana del 5 de septiembre de 2022, las fuerzas de izquierda se encontraron con que el 62% de los votantes había rechazado un texto que proclamaba el reconocimiento de las poblaciones indígenas y rompía con el modelo neoliberal arraigado en la Constitución legada por la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). En el marco de un plebiscito obligatorio con una tasa de participación del 85% resulta complicado consolarse pensando que las clases populares tienden a mostrar menos interés por las urnas. El (...)