Desde que el economista John Maynard Keynes imaginó, en un ensayo de 1930, un futuro en el que la mecanización posibilitaría “tres horas de trabajo diario por turnos, o una semana laboral de quince horas” así como “dedicar nuestras energías adicionales a fines no económicos”, la cuestión de la automatización no ha abandonado el debate público. Desde hace algunos años, la encontramos de nuevo bajo la rimbombante etiqueta de “digitalización del mundo laboral”.
Así, un conjunto de tecnologías abrirían a un ritmo muy rápido nuevos campos en los que sustituir al humano por la máquina. En las fábricas, robots ligeros llenarían las últimas lagunas en la materia; los sistemas en red del “Internet de los objetos” racionalizarían los procesos de producción y la relación con los clientes; la inteligencia artificial sustituiría a los empleados en el sector servicios. Todo ello con, en el horizonte, la aparición de un nuevo ejército de (...)