Lev Trotski (1879 -1940) se muestra en este breve libro como un mordaz cronista de viajes cuyos huesos van a parar a la cárcel Modelo de Madrid, en el año 1916, al ser expulsado de Francia. Su revolución permanente fue una permanente huida a la que Stalin dio fin encargando al comunista catalán Ramón Mercader que lo matara con un piolet en Coyocán, México. Los pocos meses que Trotski estuvo en España, país neutral durante la Gran Guerra, los vivió en constante agitación. No conocía nuestra lengua ni tenía amigos que lo ayudaran. Alertada la policía española por la francesa, Trotski lo pasó mal primero en San Sebastián, luego en Madrid y finalmente en Cádiz, desde donde embarcó a Estados Unidos.
Trotski es un observador con la suficiente experiencia (es decir, capacidad de sufrimiento) como para captar al vuelo la personalidad de nuestro pueblo al que, sin excederse en elogios, parece (...)