Hasta el crepúsculo del Imperio otomano (1299-1924), que fue el último califato islámico significativo, los musulmanes construyeron su identidad sobre una dualidad de la religión y de la política encarnada por la umma. Este término hacía referencia a la comunidad de creyentes y englobaba entonces la totalidad del islam y de sus realizaciones humanas. Era un conjunto intemporal que representaba el pasado y el futuro de los musulmanes, sin límites espaciales ni fronteras, pues se extendía por todo el mundo conocido. No era un Gobierno ni una teocracia, sino una colectividad de fe.
Esta visión del mundo cambió radicalmente con el fortalecimiento de la hegemonía occidental y la caída del Imperio otomano, que desembocó en la abolición del califato por parte de la Gran Asamblea turca en 1924. A través del imperialismo y de la guerra, las formas de pensamiento occidentales calaron entonces profundamente en el mundo musulmán, en particular en (...)