El Gobierno noruego está reactivando un antiguo proyecto de construcción de una gruta artificial en una montaña de hielo, en la isla de Svalbard (en el límite con el Círculo Polar Ártico), con el fin de resguardar la diversidad genética de las semillas de las plantas cultivadas. Esta “caja fuerte del fin del mundo” protegerá dos millones de muestras de semillas de todas las variedades cultivadas que se conocen. Para Cary Fowler, director del Global Crop Diversity Trust, impulsor del proyecto, “si sucediera lo peor, esto permitiría al mundo restablecer la agricultura en el planeta”. Entre los donantes, figuran Dupont y Syngenta, dos multinacionales de la agroquímica que controlan una parte importante de las patentes sobre las biotecnologías y la producción de plantas genéticamente modificadas…
Si los industriales promotores de los cultivos transgénicos toman tan en serio la necesidad de resguardar los recursos genéticos de las plantas, es porque numerosos indicios (...)