La cuestión no es nueva, pero día a día se torna más candente: dado que la República no cumplió todas sus promesas de Libertad-Igualdad-Fraternidad, esos magníficos compromisos que diseñan un horizonte más que una realidad compartida, ¿cómo hacer para que ya no sean sólo derechos, sino datos concretos, efectivos?
Evidentemente, el incumplimiento es más flagrante en el ámbito de la igualdad: se traduce tanto en sobrecogedoras diferencias de ingresos como en la famosa “avería” del ascensor social, o en la creciente vulnerabilidad de los más pobres a lo que se conviene en llamar los accidentes de la vida, desempleo, enfermedad, por ejemplo y entre otras cosas,… Del mismo modo, la “libertad” cobra pleno sentido sólo cuando uno es libre de verdad de elegir su ocupación o su lugar de residencia. Todos libres e iguales, ya se sabe, pero algunos más iguales que otros…
Hoy día son muchos los que (...)