la inversa de lo sucedido con la operación Serval, desencadenada en Malí en enero de 2013, considerada brillante en el plano militar y satisfactoria en el plano político, el sangriento affaire sirio ya constituye un fracaso completo para la diplomacia francesa.
La humillación objetiva soportada por París, abandonado por sus aliados después de haber ocupado el papel del valiente hasta las últimas consecuencias, es profunda y dejará huellas. Las torpes fanfarronadas, propuestas in extremis por una Francia que habría “doblegado a Moscú” y “arrastrado” a Washington, no resisten el menor análisis, contrariamente a lo que sentencian algunos diarios franceses. Fuera del país, de manera bastante curiosa, el ángulo es menos sofisticado: en las cancillerías y los diarios extranjeros, esta autosatisfacción fue comentada con una mezcla de conmiseración y Schadenfreude [“alegría mala” suscitada por el fracaso del otro].
El plan de salida de la crisis, propuesto por el presidente ruso Vladímir Putin el (...)