xiliado en Nayaf, Irak, desde 1964, el ayatolá Ruhollah Jomeini decidió en 1978 abandonar ese país para escapar a las presiones del poder baasista de Sadam Hussein. Algunos de sus allegados le aconsejaron que eligiera Siria, también dirigida por el partido Baas, pero por una rama resueltamente hostil a Sadam Hussein. Desconfiado debido a su experiencia iraquí, el ayatolá eligió, finalmente, Francia. Sin embargo, a pesar de esta desconfianza, la Siria de la familia Assad, en el poder desde 1970, supo convertirse en un aliado estratégico de la República Islámica de Irán y sacar provecho, durante treinta años, de los planes financieros, militares y económicos.
Distintos elementos contribuyeron a esta alianza. A partir de 1978, después de los Acuerdos de Camp David entre Anwar El-Sadat y Menachem Begin, preludios de la paz entre Egipto e Israel, el presidente Hafez El-Assad buscó un nuevo socio para reemplazar a El Cairo. Se transformó (...)