La invasión y la ocupación de Irak han puesto en movimiento poderosas e imprevisibles tendencias geopolíticas en Oriente Próximo y aún más allá. Una de ellas es la dinámica de democratización y reforma iniciada en el mundo árabe, cuyo mérito se atribuye la Administración estadounidense. Esa reivindicación tardía se funda en las elecciones iraquíes y en los recientes acontecimientos en el Líbano. Pero la realidad parece ser más compleja: contradictoria en sus efectos, la política estadounidense constituye una de las tres vías potenciales de reforma, junto a las que se pueden calificar de islamista y de progresista autóctona.
Los fundamentos teóricos del proyecto estadounidense son conocidos. La guerra en Irak deriva de un prolongado trabajo intelectual y político de un pequeño grupo de neoconservadores, comenzando por Norman Podhoretz, Richard Pearle, David Frum, Bernard Lewis, Fuad Ajami, además del favorito del presidente George W. Bush, el ex disidente soviético y político israelí (...)