Que una empresa minera muestre confianza en su futuro supone una bendición para sus accionistas y, al mismo tiempo, una maldición para la gran mayoría de la población. Si la minera explota filones excepcionales, su círculo de contactos también lo será. Y a poco que haya hundido sus raíces entre la élite política y financiera del país más poderoso del planeta, su libertad de acción será inusitada: mayor que los beneficios calculados pero siempre menor que las responsabilidades asumidas. Entre la decena de gigantes mineros que arrasan los variados paisajes de nuestro planeta, la compañía estadounidense Freeport-McMoRan destaca por la magnitud de los desastres que está ocasionando y la falta de atención que reciben por parte de los medios de comunicación. ¿Por qué esta compañía minera, asociada a innumerables catástrofes medioambientales, políticas, económicas, geopolíticas, humanas y sociales, es tan poco conocida por el público en general?
Especializada en la extracción y (...)